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MURCIÉLAGOS, CERDOS E HISTERIA COLECTIVA

  • Foto del escritor: Frontera Blog
    Frontera Blog
  • 5 jul 2020
  • 7 Min. de lectura
Gustavo Cardona Mora.

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Título: Contagio.

Director: Steven Soderbergh.

Año de publicación: 2011

Duración: 1h 51m.

Productores: Gregory Jacobs, Stacey Sher, Michael Shamberg.


Este texto ha resultado sorprendente y tortuosamente difícil de escribir en muchos niveles. Quiero desde ya advertir a quienquiera que lo lea que mis opiniones encontradas, los prejuicios con los que entré a volver a ver esta película y el contraste de esta experiencia con los recuerdos que el yo de 11 años tenía de la misma (eso, sin mencionar que la temática del mes y la manera en la que se trata en este filme podría considerarse demasiado “personal” dadas las circunstancias) pueden hacerme perder algo de agudeza, trataré que la pérdida sea la menor posible. Contagio es una cinta lanzada en octubre del 2011 que se basa en la recientemente culminada pandemia de gripe A (H1N1) (apenas un año antes de su estreno, a finales del 2010) y que cada que la recordaba no dejaba de producirme una risa socarrona constante.


La primera vez que vi esta película, tenía 11 años, en ese entonces ni siquiera había comenzado a leer, y mi único amor por las historias se resumía al entretenimiento, a poder llorar por momentos emotivos, y a que los personajes me cayeran bien, sin más. Quizá eso hizo que mientras las tres personas tras frontera conversábamos sobre el material a reseñar en esta primera semana del nuevo tema de pandemias, el pensar en Contagio solamente fue resultado de querer tener algo negativo que decir, ya que personalmente, siento que he sido tremendamente positivo en el mes queer ya que quería centrarme en lo bueno y la celebración, y en vista que este tema prometía, al menos para mí, ser más actual, desgarrador y una herida aún sangrante, poder hablar de algo que recordaba tan “mal hecho y aburrido” como esta cinta me emocionó de cierta manera; ¡qué equivocado estaba! Ahora, mientras estoy sentado frente a mi computador tras volver a ver el filme para con mi nueva consciencia refrescar la mala experiencia y poder ver los fallos en su composición, hay un pensamiento que me atormenta: realmente disfruté los 106 minutos de su duración.


Esto es prueba que, cuando se quiere hacer un análisis consciente, es realmente necesario dejar ir cualquier juicio de valor previo que se haya hecho sobre el contenido, bien sea de uno mismo o algo que se haya escuchado, porque después, resulta más complejo llegar a término con las ideas divididas. Durante los primeros minutos de Contagio yo aún estaba pensando en aquella vez en la que casi me dormí dos veces hace nueve años y en las conversaciones con amigos sobre la “exageración” de las situaciones que iba a plasmar en estas líneas cuando diera mi opinión, y aún en este momento, me siento inclinado a reconocer que en términos de narrativa audiovisual la película no resulta especialmente innovadora, claramente contiene demasiados giros convenientes para la trama (como la inmunidad de Mitch a la enfermedad) y en definitiva aún guardo la sensación de haber visto un comercial tortuosamente extenso sobre salubridad que se sirve del temor para crear una supuesta consciencia. Puede que todos esos elementos me hayan parecido más relevantes de niño, o que al ser este un segundo encuentro ya estaba preparado para la existencia de los mismos, y por ende, no me hayan molestado tanto al esperar mucho menos mientras la veía. Pero no puedo negar que, si bien la cinta, por obvias razones, sigue estando constituida por los mismos elementos buenos y malos, teniendo la misma narrativa, y valiéndose de las mismas fórmulas Hollywoodenses que por algo funcionan, yo he cambiado bastante, pero eso ya lo esperaba; el factor que siento realmente hizo la diferencia abismal entre una experiencia y la otra, resulta la perspectiva contextual. Sí, la nueva realidad en la que nos hemos visto sumergidos debido a las contingencias de la pandemia por Covid-19 traen una luz sobre los hechos en la trama que lógicamente pesan bastante en su comprensión, y que resultan imposibles de ignorar a la hora de enfrentarse a Contagio.


Son incontables los artículos en internet que pueden encontrarse sobre cómo la cinta de Steven Soderbergh es una premonición o una predicción de la crisis mundial actual. ¿Y cómo no pensarlo? Un virus mortal de rápida expansión que afecta al sistema respiratorio, iniciado en China, de una enfermedad mutada de un murciélago a un cerdo. Salvando la diferencia semi-fantástica de la mortalidad cuasi-apocalíptica que este nuevo virus presenta a diferencia del Covid-19 (cuya tasa de mortalidad está entre el 2% y el 4%), y el hecho de que en realidad la fuente animal de esta nueva rama de coronavirus no ha sido confirmada según datos de la OMS, la histeria general, el desconcierto y los números crecientes de contagios y muertes son un hecho que ya no parece una exageración a la luz de nuevos acontecimientos.

A mí me resultó tremendamente curioso el hecho de que, aún cuando la expansión de la conocida como gripe porcina era muy reciente antes de la salida de este largometraje también fue catalogada como pandemia por la OMS, esto pareció no tener mayor impacto (al menos en mis grupos cercanos) a la hora de empatizar con los personajes, sus posturas frente a una realidad que les supera, y en general el panorama completo de enfermedad, muerte y dilemas morales que en la película se representan. Entre haciendo memoria propia, preguntando a familiares y amigos, y leyendo opiniones generales sobre cómo se vivió aquel golpe de la gripe porcina, en realidad a nadie parece haberle quedado muy marcado aquel suceso; de hecho, lo más remarcable fue quizá el impacto brutal que tuvo esta pandemia del 2009-2010 para la industria porcicultora, debido a que nadie quería tener nada que ver con carne de cerdo. Las medidas y recomendaciones por parte de instituciones de salubridad y gobiernos no diferían del distanciamiento social, uso de mascarilla en caso de presentar síntomas de gripe, y un lavado constante de manos, pero jamás nos vimos puestos en una situación de aislamiento preventivo ni confinamiento obligatorio como ahora, al menos en Colombia, que yo recuerde. Parece que todos estábamos más preocupados por el fin inminente del calendario maya que acechaba cercano por ese entonces para el 2012 que por una progresión gradual de contagios y una enfermedad que parecía bastante manejable.


Entonces… ¿por qué ahora, con una pandemia a mayor escala, Contagio se ha convertido en una de las películas más vista en servicios de streaming durante la cuarentena? Es fácil suponer que ahora las compras de pánico, el miedo derivado de la infodemia, la soledad de la distancia y la circulación de información falsa y su impacto no se nos antojan tan ajenos o improbables. Se ha convertido en una realidad tan tremendamente cercana que la sencilla postulación de la lucha de la vida contra la enfermedad en cuyo fuego cruzado la misma humanidad y su valía se pone en tela de juicio ya no es algo de lo que podamos reír, algo a lo que podamos llamar exageración y, por supuesto, es algo que nos permite envolvernos de manera más congruente y completa. Estar tan estrechamente relacionados como audiencia a la realidad que enfrentan los personajes nos hace empezar a cuestionarnos también sus dilemas morales como propios… en el momento en que la existencia de una vacuna lista para su distribución para el Covid-19 sea un hecho, ¿quiénes tendrán acceso a ellas? ¿Cómo elegimos el orden de distribución? ¿Qué tanto culpamos al Dr. Cheever por avisar a su esposa para salir de Chicago antes de su cierre, sabiendo ahora la importancia que toma el proteger a nuestros seres queridos por encima de todo? La muerte de la Dra. Mears y que su único lamento fuese el no poder ayudar a encontrar una cura. Los debates socio-políticos parecen golpear con más fuerza y no sé hasta qué punto es porque de pequeño no era consciente de la importancia de los mismos, o porque el cierre de colegios, universidades y áreas del comercio es un debate que se tuvo y que debe seguirse teniendo adecuándonos de la mejor manera a la pandemia.

Definitivamente considero hoy Contagio una película que debería verse y evaluarse mientras aún la consciencia del Covid-19 sigue fresca, sin apocalipsis mayas eclipsándonos el juicio. Que aunque sea a manera de sermón, podamos aprender que las pandemias han ocurrido y seguirán ocurriendo.

No estoy diciendo que Contagio tuvo una redención completa a mis ojos y que de la noche a la mañana se ha convertido de una película que logra conmoverme sólo por su construcción. Los arquetipos de héroes clichés norteamericanos están demasiado presentes como para hacer la vista gorda, y definitivamente esa sensación de sermón largo y tendido sigue latente, pero sabiendo lo que sabemos actualmente es difícil negar que la añoranza de un héroe que dé con una vacuna efectiva no es una idea reconfortante, ni podemos decir que ese sermón no sea necesario. El nuevo ángulo de nuestra perspectiva nos ha hecho priorizar las consecuencias de cada subtrama porque nosotros mismos somos ese personaje que camina como puede en el sendero de baches y vacíos. Definitivamente considero hoy Contagio una película que debería verse y evaluarse mientras aún la consciencia del Covid-19 sigue fresca, sin apocalipsis mayas eclipsándonos el juicio. Que aunque sea a manera de sermón, podamos aprender que las pandemias han ocurrido y seguirán ocurriendo, y que si bien un american hero no aparecerá de la noche a la mañana con la solución, la mejor arma que tenemos es la consciencia y seguir las recomendaciones sencillas. Hagan caso a la Dra. Mears y “dejen de tocarse la cara”, y aprovechemos la nueva perspectiva para seguir cuestionando los debates, para seguir teniéndolos, para no dar nada más por sentado. Debemos tener muy en cuenta que nos encontramos en un momento de cambio de perspectiva, un periodo de resignificación importante que necesita trascender la histeria colectiva y los cuentos de terror sobre murciélagos y cerdos letales, que nos permita un avance, y con el que podamos entender la relatividad de tantas cosas que creemos inamovibles.



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