Edición del mes
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Hay decenas de temas que hubiéramos podido escoger para esta segunda edición de Frontera, y es que el 2020 se reveló un año lleno de agitación, crisis y actividad artística hiper globalizada. Sin embargo, consideramos que sería extraño no dedicar tiempo y palabras a la experiencia compartida internacionalmente de esta pandemia que nos envuelve. El virus Sars-Cov-2 pareció adueñarse de nuestras vidas en cuanto llegó al país en el mes de marzo. Y es que con cierto deje de ironía, esta enfermedad fue el caldo de cultivo para que problemas estructurales de antaño como el racismo, la violencia policial, el abandono estatal, la inequidad, el acoso al trabajo sexual y a las mujeres trans, la inseguridad laboral, el asesinato de líderes sociales (en especial indígenas y campesinos), las altas tasas de feminicidios, entre muchos otros salieran a la luz. Es una experiencia abrumadora una emergencia sanitaria como esta, y reconociéndonos afortunados por nuestra estabilidad educativa, económica y familiar, queremos reflexionar sobre cómo se han representado pandemias anteriormente, estableciendo una comparación con los medios que hemos elegido o se han dado para plasmar el Covid-19.
Entre tanta incertidumbre, es muy sencillo pensar que no había manera de prever esto o que nunca existió un virus semejante, pero tenemos antecedentes de estas situaciones, y recordarlos, recordar las maneras en que moldearon el cine, la literatura, el periodismo, no es quitarle valor a nuestras experiencias. Mas bien es encontrar un faro al que aferrarnos cautelosamente, aprender de errores o éxitos ajenos, intentar convencernos de que no es el fin del mundo, y que los grandes cambios que se están propiciando pueden ser para bien, pueden enfrentar seriamente a estructuras de poder y patrones sociales perjudiciales milenarios. Y aún si no lo hacen, aún si no logramos impulsar estos cambios de manera sostenible, debemos resguardar estas experiencias, estas preocupaciones y seguir adelante.